Le Tomé entre mis brazos y me dirigí hacia la calle,
asegurándome que nadie pudiera verme
colina arriba; las secas ramas en el suelo era lo único que se podía escuchar, no era algo inesperado por la hora de la
maniobra, apenas se veían en el horizonte pequeños rayos de luz, que asomaban
cual hebras rebeldes de la gran cabellera solar.
Busqué un lindo lugar
donde pudiera dejarlo y nadie lo encontrara, era cierto que no quería llevarlo conmigo, pero si alguien más lo veía podría hacer mal uso de él.
-La sombra de un gigante árbol sería el mejor lugar-, me dije
a mi misma y me dispuse a buscarlo, no muy lejos de donde estaba parada, un
roble enorme apareció,- ahí será- , me susurré, mientras dirigía mis pasos hacia él, volteaba de cuando en cuando por si alguien más estaba cerca, la verdad, esperaba que nadie interrumpiera mi plan maestro.
Al llegar allá, bajo el roble, lo puse a un lado, para
cavar con mis manos un hoyo en la tierra; lo suficiente hondo para que nadie lo
encontrara, pero no extremadamente para que yo misma no lo perdiera.
Fue suficiente medio metro.
Desdoble la cobija que le cubría y lo contemplé indefenso en mis manos, lo besé por ultima vez, y
mientras lo bajaba con cuidado, me prometí a mi misma que algún día, cuando le
necesitara volvería por él, volvería por mi querido AMOR.