Que injusto fue nuestro amor que cuando te conocí, no sabía
que te estaba amando, que la primera vez que me tomaste entre tus brazos, no
sabías que lo nuestro tendría un terrible final.
Cada vez que me miraste a los ojos, nuestro amor creció poco
a poco y conforme te conocía, no dejabas de asombrarme con tu sabiduría.
Aprendía a amar tus
defectos y agradecer tus errores.
Te aborrecí tantas veces, por las mismas razones por las que
te amé muchas otras.
Te admiré por tu paciencia al enseñarme todo lo que sabías y
aunque algunas cosas no las entendía, no
dejaste de tratar hasta que logré comprender.
Cada día que pasa, el final de lo nuestro se acerca y no
quiero que pase el tiempo, pero tampoco puedo
esperar por disfrutar cada momento que la vida me permite pasar a tu lado.
Sé que algún día, no tan lejano, tendremos que separarnos, que la hora del
final se acerca y que no podré hacer nada para detener tu partida, pero haré lo posible para retrasarla.
Nunca amaré a nadie como te amo, y nunca me recuperaré por
tu partida, aunque te prometo que cuando te hayas ido, siempre estarás conmigo.
Nadie podrá nunca ocupar tu lugar, ningún hombre en el mundo borrará todo el
amor que te tengo y que siempre te tendré.
Que injusto fue nuestro amor, que en tiempos difíciles fue cuando
me di cuenta, lo mucho que quiero que esto nunca termine. Que injusto fue
nuestro amor, que me parecía tan lejano el momento del final que no logré
apreciar lo poco que duraría.
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