Una vez escuché que en aquél
lugar donde son moldeadas las almas, se hacen de dos en dos, en un mismo molde,
para que sientan igual y rían igual, para que busquen lo mismo, para que sean
felices y estén siempre unidas, aunque separadas en dos
corazones diferentes, en dos vidas que caminarán una al lado de la otra, y que
al ser lanzadas al mundo, en lugares al azar, el destino se encargue de
reunirlas.
Pero en algunas ocasiones,
mientras los escultores no están mirando y como es un proceso artesanal, hay
almas como las nuestras, que se quedan
sin par.
Nuestras almas, nunca encontrarán
el dúo que complete la ecuación.
Por eso, nos veremos obligados a
“amarnos” en silencio sin opción a réplica. No podíamos escoger después de
todo, no hay un doble que nos complemente, ahora, tú y yo, sin tener almas
equiparables en modos y formas, debemos conformarnos ya no con falso amor, sino
con lujuria y pasión, que se convertirán en el motor de nuestra convivencia.
No serán encuentros románticos,
ni melosos, sólo serán encuentros carnales para curar la soledad, cruel y vil
que ahora nos acongoja.
Ahora nos veremos condenados a
vagar sin rumbo alguno, sin dirección,
en círculos, para nunca encontrar aquella mitad, que jamás existió…
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