Saturday, November 10, 2012

Tan rápido el tiempo pasó...


El sonido de aquel viejo reloj me despertó, marcaba justo las doce, un nuevo día había comenzado, me perdí viendo cómo ese viejo y pesado péndulo bailaba al compás de un “tic toc”, siempre amenazante el sonido del tiempo, que advierte que no ha de detenerse ni siquiera a la más insistente de las súplicas. Solamente un pestañeo y ya habían pasado varios años, desde su esquina  imponente y retador, seguía apresurándome para cambiar la página.

En repetidas ocasiones habíamos tenido aquella plática, él presionando para que siguiera adelante y yo, aferrada en el pasado. No podía terminar de pensar en argumentos para no dejarle atrás, pero el reloj siempre ganaba con la única razón que importaba, con la única premisa lógica, simplemente se limitaba a repetir: - “Déjalo ir, él ya te olvidó”

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